miércoles, enero 28, 2009

Pintas, graffitis, pensamiento sin censura plasmado en la vía pública


Pestifiri uomini. Así definió el Papa Sixto V a los "informantes profesionales", aquellos que atreviéronse a desafiar el monopolio de la información y el conocimiento —los hilos invisibles del poder— que hasta ese momento manejaba de forma exclusiva... la Iglesia Católica, los monjes copistas —no todos alfabetizados, por cierto— aunque eran capaces de dibujar muy bien aquellos signos que conferían la potestad de la vida y la muerte, la política y el destino de las masas. Sufrieron la misma suerte al caer en grave falta, aquellos que del mismo modo, varios siglos antes de la era cristiana, mancillaron los sagrados muros romanos donde se publicaba la información oficial.


Claro, al Papa Sixto V (1521-1590), conocido por sus férreos y terribles comportamientos debido a su entrenamiento sobresaliente en los tribunales de la Inquisición, "se le fue de las manos" el tema del control de la información, del mismo modo que a Carlos Ortega, el monigote opositor que convocó aquel "paro petrolero", lockout patronal, habría que decir; en aquella Venezuela (y aquella Pdvsa) del 2002. Y era que aquel muchacho alemán, fundidor de oro y herrero del obispado de su pueblo, que en la mitad de su vida construyó una máquina que lo pasaría a la historia, aunque no lo salvaría de la ruina económica en la que murió a los pocos años: la imprenta moderna y los tipos móviles que imprimieron la Biblia de (Johanes) Gutenberg en 1452, y a poco más de 60 años luego de su invención, era que comenzaba a preocupar a la poderosa Iglesia Católica, al Papa Sixto V y su censura sobre los signos del alfabeto y la democratización del conocimiento.


Los pestifiri uomini que rompieron la censura de la nobleza y la Iglesia Católica en la antigua Roma, en el medioevo y aún después, en el oscuro Renacimiento donde no todo fueron luces, irrumpen en la contemporaneidad con sus graffitis o pintas callejeras para gritar sus consignas y mensajes subversivos sobre las propias paredes de las Iglesias católicas de ahora, tal como ayer. Son ecos que reverberan desde aquellas noches perdidas, transgresoras, con palabras e ideas invisiblizadas por la agenda setting de la aldea global macluhiana, impuesta, hoy como ayer, por los hilos de las poderosas clases políticas, económicas y religiosas.


En ese sentido, pues, reivindico lo que gritan estas paredes desde mi propia pared digital. Gutenberg jamás hubiera imaginado desde su endeudado lecho de muerte, que muchas de nosotras tendríamos "lápiz y papel gratis" —a decir de Piscitelli— una inconmensurable red de redes —intangibles— desde donde desafiamos las nociones espacio/temporales para comunicar en el sentido pleno de la multidireccionalidad. Y con todo eso, seguimos viviendo y produciendo con y desde el papel, la tinta y el spray como armas políticas, combinándolas y resistiéndonos a los mismos enemigos, en la calle y en el ciberespacio.